6 sept 2011

Romances relativos al Cantar de Roldán


ROMANCE SÉPTIMO

De la muy cantada batalla de Roncesvalles


Ya comienzan los franceses
con los moros su batalla,
y los moros eran tantos,
resollar no les dejaban.
Allí dijo Baldovinos,
oiréis bien lo que hablaba:
- ¡Ay, compadre don Beltrán,
mal nos va en esta jornada!
De la sed de mis heridas
a Dios quiero dar el alma;
cansado traigo el caballo,
más el brazo del espada.
Roguemos a don Roldán,
que una vez su cuerno taña,
oír lo ha el Emperador
que allende el puerto cabalga;
más nos valdrá su socorro
que toda nuestra sonada.
Oído lo ha don Roldán
en las batallas do andaba.
—No me lo roguéis, mis primos,
que ya rogado me estaba;
mas rogadlo a don Reinaldos
que a mí no me lo retraiga;
ni me lo retraiga aquí,
ni me lo retraiga en Francia,
delante el Emperador,
estando comiendo a tabla,
pues más quiero yo ser muerto
que sufrir tal sobarbada.
¡Oh, malhaya los franceses
de Francia la muy nombrada,
que por tan pocos moriscos
el cuerno tocar mandaban!
Ya desmayan los franceses,
ya comenzaban de huir.
¡Oh, cuán bien los esforzaba
ese Roldán paladín!
- ¡Vuelta, vuelta los franceses
con corazón a la lid;
más vale morir por buenos
que deshonrados vivir!
Volviendo van los franceses
con corazón a la lid;
tantos matan de los moros
que no se puede decir.
Por Roncesvalles arriba
huyendo va el rey Marsín,
caballero en una cebra,
no por mengua de rocín;
la sangre que de él corría
las yerbas hace teñir;
las voces que él iba dando
al cielo quieren subir:
- Reniego de ti, Mahoma,
y de cuanto te serví;
hícete cuerpo de plata,
pies y manos de marfil
y por más te honrar, Mahoma,
cabeza de oro te fiz;
sesenta mil caballeros
a ti te los ofrecí;
mi mujer Abraima, mora,
ofrecióte quince mil;
de todos éstos, Mahoma,
tan solo me veo aquí.

De las dos formas con que este romance fue recogido de la tra­dición en el siglo XVI, preferimos la más extensa, que es la más antigua, la más épica. Refleja muy fielmente los versos de un poema español del siglo XIII sobre Roncesvalks, el cual era una imitación muy libre y muy españolizada de la Chanson de Roland francesa.



Romance de Doña Alda


En París está doña Alda,
la esposa de don Roldán,
trescientas damas con ella
para bien la acompañar:
todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían de un pan.
Las ciento hilaban el oro.
las ciento tejen cendal,
ciento tañen instrumentos
para a doña Alda alegrar.
Al son de los instrumentos
doña Alda adormido se ha;
ensoñado había un sueño,
un sueño de gran pesar.
Despertó despavorida
con un dolor sin igual,
los gritos daba tan grandes
se oían en la ciudad.
- ¿Qué es aquesto, mi señora,
qué es lo que os hizo mal?
- Un sueño soñé, doncellas,
que me ha dado gran pesar:
que me veía en un monte,
en un desierto lugar,
y de so los montes altos
un azor vide volar:
tras dél viene una aguililla
que lo ahincaba muy mal.
El azor con grande cuita
metióse so mi brial;
el águila con gran ira
de allí lo iba a sacar;
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshace.
Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:
- Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar:
el azor es vuestro esposo,
que de España viene ya ;
el águila sodes vos,
con la cual ha de casar,
y aquel monte era la iglesia
donde os han de velar.
- Si es así, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día de mañana
cartas de lejos le traen;
tintas venían de fuera,
de dentro escritas con sangre,
que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.
Cuando tal oyó doña Alda
muerta en el suelo se cae.

Se conserva una versión del romance en el Cancionero de 1550. Es aún tradicional entre los judíos de Tánger, Tetuán, Salónica, Larisa, Rodas, etc., y a estas versiones pertenece el último par de versos, sin duda primitivo. Se ha creído que nuestro romance se inspiraba en la bellísima y breve estrofa de la Chanson de Roland relativa a la muerte de doña Alda, pero en realidad el romance no conoció el poema francés, sino una gesta española derivada de refundiciones francesas, en las cuales la muerte de Alda se contaba en muy diluidos episodios de tono melodramático. Por esto es un mérito exclusivo del romance español el haberse elevado por sí solo a la más sobria poesía y a la más honda emoción, comparable a la del viejo poema francés, aunque sin tener con éste ningún detalle en común.




Romances y comentarios extraídos de Flor nueva de Romances viejos de Ramón Menéndez Pidal. Madrid, Espasa Calpe, 1993.

No hay comentarios:

Publicar un comentario